Motín en penal de Chiconautla destapa red de corrupcion

Motín en penal de Chiconautla destapa red de corrupcion


Motín en penal de Chiconautla destapa red de corrupcion

Luis Fernando Arias, alias "El Tatos", es el líder de una banda que se dedica a torturar a reclusos y extorsionar a sus familiares en penales del Estado de México.

Golpes, palazos, quemaduras y hasta descargas eléctricas forman parte de las prácticas de tortura que Luis Fernando Arias, alias “El Tato” o “El Tatos”y su grupo criminal emplea para extorsionar a los familiares de presos que se encuentran recluidos en los penales de El Bordo de Xochiaca, Chiconautla y La Palma.

La agencia de noticias local, ‘MVT’, reveló un par de videos, imágenes y documentos que evidencian las agresiones que Arias practica en contra de otros reclusos.

Acompañado de al menos dos personas que le ayudan a vigilar, videograbar y contener a sus víctimas, “El Tato” quema, golpea, pica y hasta electrocuta a sus víctimas, que son obligadas a pedir dinero a sus familiares para que lo depositen en cuentas de Banco Azteca y así terminar con la violencia.

Luis Fernando Arias “trabaja” con terceros en otros penales y fuera de ellos para enviar los videos de las torturas a los familiares y cobrar el monto de las extorsiones que, según ‘MVT’, van desde mil 500 pesos, hasta automóviles o escrituras de inmuebles.

A decir de testimonios recogidos por la agencia, en reiteradas ocasiones familiares solicitaron, a través de una carta, la intervención del director de Prevención y Readaptación Social del Gobierno del Estado de México, Luis Arias González, para frenar el “ambiente de terror y extorsión en contra de los presos”, sin embargo no recibieron respuesta y por el contrario las agresiones contra reclusos fueron peores.

Una de las víctimas, quien por seguridad decidió mantener el anonimato, relató: “Primero les dimos dinero, más de 70 mil pesos, cuando se nos acabó, un día mi hijo me habló y me dijo que entregara la camioneta que él había dejado en la casa cuando fue detenido. Me insistió, porque si no lo hacía lo iban a matar a él, y luego a mí, porque ya tenían nuestra dirección. Me dio una dirección en una carretera, cerca de Tecámac, y allá tuve que ir a entregar el vehículo.  Llegaron cuatro tipos me entregó un teléfono y me dijo: ahí le habla su hijo, contesté y sí, era él, quien me dijo: ya entrégales las llaves y los papeles, y tú regrésate a la casa, no vaya a ser que a ti también te vayan a hacer algo”.

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